Y lo mejor de todo es que este año hemos podido coincidir con la feria del vino!! Así que ya os haré un pequeño reportaje, os muestro referencias y os cuento cómo ha salido esta añada. Y si a alguno le pilla cerca, pues ya sabes acércate que seguro que sereis bien recibidos, porque si en este pueblo sobra algo, es amabilidad y cortesía.
Pero como desde el Puerto de Sagunto (Valencia), hasta esta localidad se hace un camino tannnn largo (ay que pena!), hemos decidido hacer una paradita para aprovechar y hacer turismo. Y entre foto y foto, pues ya que estamos aquí, qué mejor momento para probar los frutos de la tierra y regarnos con sus caldos...jajaaja. Y es que no hemos podido parar en mejor sitio: Segovia. Una ciudad ESPECTACULAR, y culinariamente hablando, ni te cuento.
Y para el que no pueda acercarse a probar su famoso cochinillo, os traigo hoy la fórmula para conseguir un cochinillo como el que se puede degustar en Segovia. Bueno, casi como el de aquí. Porque además del clima hay que tener en cuenta esos hornos que tienen en los buenos restaurantes, y como no el cochinillo en si, que seguro que no es como el que venden en el supermercado.
Pero bueno, la teoría la tengo y para que veais que se puede acercar a lo que tenemos en Segovia, aquí teneis una foto de uno que hice en casa estas Navidades. Eso si, os aconsejo que compreis un cochinillo de unos 3 Kilos y medio aproximadamente, porque el mío estaba demasiado canijo. Aún así quedó jugosísimo por dentro y crujiente por fuera. Todo un regalo para el paladar:
Mientras se calienta el horno, sacas al cochinillo de la bolsa, y lo engrasas con manteca de cerdo totalmente.
Introduce el cochinillo sobre una rejilla, con una bandeja abajo para que recoja los jugos, y lo asas hasta que quede bien tostadito por todos los lados: crujienteee!!!
Y aunque lleve su tiempo, ya ves que con este resultado, merece la pena.
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